El Golf, no es el juego de la perfeccion, ni mucho menos,

El golf no es el juego de la perfección

Leí este libro por primera vez con 50 años. No fue al principio de mi camino en el golf, sino cuando ya llevaba años acumulando frustraciones, errores repetidos y una buena dosis de palos lanzados entre los pinos de Manises.

Si algo me dejó claro este primer capítulo, es que había entendido mal el juego desde el principio: el golf no es un deporte de perfección. Y yo, hasta entonces, lo estaba viviendo como si lo fuera.

Durante mucho tiempo pensé que para ser bueno había que hacerlo todo bien. Que el swing tenía que ser de manual, que los putts tenían que entrar todos, que un mal golpe era sinónimo de un mal jugador. Recuerdo haber roto un driver por un mal golpe en la salida del antiguo hoyo 1 de Manises, ese con pinos por ambos lados, pero sobre todo a la izquierda (donde fueron las dos bolas: la primera y la provisional —recuerdo que eran Slazenger B51, compresión 90). Me enfadé tanto que lancé el palo contra el suelo rompiendo la varilla del palo. Otra vez.

Era como una cadena: fallo → rabia → bloqueo → más errores. Y así vuelta tras vuelta.

Pero Rotella, en este primer capítulo, me miró a los ojos —o eso sentí— y me dijo:

“Nadie juega perfecto. El golf no es el juego de la perfección. Es el juego de cómo gestionas lo imperfecto.”

Y fue como quitarme un peso de encima.

Los mejores del mundo fallan. Eso no es una opinión, es un dato. La diferencia es que ellos aceptan el error sin castigo emocional. Lo asumen como parte del proceso. Yo, en cambio, me pasaba hoyos enteros rumiando un mal drive. Me robaba el presente por estar amargado por el pasado. Este capítulo me hizo entender que eso era lo que más limitaba mi juego.

Ahora, cuando fallo un golpe, lo acepto. Respiro. Me repito: “Ese ya fue. El siguiente es una nueva oportunidad.” Y aunque parezca una tontería, esa pequeña frase me permite soltar el pasado y volver al presente, donde realmente se juega.

Otra gran enseñanza fue la libertad. Rotella insiste en jugar con libertad mental. Antes me ataba a la idea de un swing perfecto. Me grababa en vídeo, buscaba compararme con profesionales, corregía cada mínimo gesto. Pero en el campo eso no sirve. En Manises, con su rough lleno de pinos y sus greenes pequeños, lo que necesito es presencia, claridad y calma, no obsesión técnica.

A partir de este capítulo, decidí simplificar. Menos análisis, más intención. Jugar con lo que tengo ese día. Hay días en que mi espalda —que ya ha pasado por quirófano— no me permite un swing completo. Pero eso ya no me frustra. Me adapto. Saco recursos. Jugar con lo que hay, no con lo que me gustaría tener.

Y hay algo más: este capítulo me ayudó a hablarme mejor. Antes era mi peor enemigo. Me decía cosas como “siempre igual”, “no sirves”, “otra vez fallando como un forrabolas”. Ahora me hablo como le hablaría a mi hija: con cariño, con aliento, con respeto.

Desde que leí este capítulo, mi objetivo en cada ronda no es el resultado. Es mantenerme fiel a esa nueva mentalidad. Jugar sin exigirme perfección, disfrutar del proceso, y no dejar que un mal golpe me arruine la vuelta.


Toni Nadal y la mentalidad de los grandes

Toni Nadal, el tío y exentrenador de Rafa Nadal, es conocido por su filosofía exigente, sencilla y muy mental. Cuando Rafa fallaba un golpe, Toni no solía consolarlo ni buscar excusas. Su enfoque era más bien de responsabilidad, autocontrol y resiliencia.

Una de sus frases más características en esos momentos era:

“No pasa nada. Sigue.”

Y también, en otras ocasiones:

“No te quejes. A trabajar.”

Toni creía que no hay que dramatizar los errores, sino aceptarlos y seguir. Él mismo lo ha dicho muchas veces:

"El control emocional es lo que diferencia a los grandes. No puedes lamentarte por cada error."

Y también:

"No entrené a Rafa para ganar. Lo entrené para soportar."

Esa mentalidad es totalmente aplicable al golf: aceptar el fallo sin rabia ni excusas, y mantener la concentración en lo que viene, no en lo que ya pasó.

“El golf empieza cuando dejas de controlar cada swing.”

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